El iluminador es un producto fundamental a la hora de maquillarnos, ya que es el encargado de aportar la luz final al rostro. La clave está en saber aplicarlo correctamente. Si lo utilizamos bien, conseguiremos un look natural y fresco.
En el mercado hay varios tipos de iluminadores, los más importantes son: en polvo, en lápiz, en crema y líquido. Lo ideal es que los vayas probando y elijas el que mejor se adapte a tus necesidades, ya sea porque lo trabajes mejor o porque te resulte más duradero.
Cómo y dónde aplicar el iluminador según el tipo:
Iluminador en polvo
El iluminador en polvo es el más popular entre los amantes del maquillaje, ya que se considera el formato más sencillo de aplicar y es el que tiene más capacidad de pigmento. Estos iluminadores se aplican normalmente con una brocha pequeña. En zonas pequeñas como el lagrimal puedes elegir aplicarlo con el dedo corazón de forma suave.
Puedes aplicarlo en los siguientes puntos del rostro: en la parte alta del pómulo, en el tabique nasal, en el lagrimal (opcional), en el arco de cupido y a los dos lados de las sienes de forma muy delicada.
Iluminador en crema
Los iluminadores en crema suelen ser más sutiles que los iluminadores en polvo. Puedes utilizarlos solos si buscas un estilo más natural. También puedes decidir utilizarlos como base que después se fijará con iluminador en polvo.
Al ser en crema, este iluminador suele durar menos que el iluminador en polvo, pero es la mejor opción para lograr un aspecto natural con el brillo que parece ser hidratación en la piel. Se aplica en las mismas zonas en las que aplicarías el iluminador en polvo, la diferencia es que el toque final será más sutil que el que aportan los polvos.
Para lograr un resultado natural puedes coger un poco de producto con el dedo anular y aplicarlo solo en estas zonas: zona alta de los pómulos y tabique nasal. El resultado es un brillo natural como el que podemos apreciar en esta imagen de Gigi Haid.
El iluminador Living Luminizer de RMS Beauty es el que llevó Meghan Markle en su boda con el Príncipe Harry.
Líquido
Estos iluminadores están entre los dos anteriores –crema y polvo–. Son como el paso intermedio entre ambos productos. Los iluminadores líquidos son más potentes que los iluminadores en crema, más intensos, pero siguen sin durar tanto como los que son en polvo.
Se dice de ellos que son el formato más difícil de aplicar ya que suelen secar muy rápido. Lo ideal es difuminarlos también muy rápido. Para aplicarlos, lo mejor es utilizar una brocha –sintética a ser posible– o una esponja.
Se recomienda poner pequeñas gotas en la brocha o esponja. Después ir aplicando en las zonas deseadas con pequeños toques y rápidamente. La luz que aportan es muy visible, pero es importante sellarlo con polvos translúcidos para que su duración sea buena.
Iluminador en lápiz
El iluminador en lápiz suele ser el menos utilizado, pero también es muy útil. Algunos tienen un formato que trae incluido una especie de pincel con el que puedes extenderlo una vez que lo apliques. Después, puedes ayudarte con la yema de los dedos para difuminarlo.
Otros vienen en formato jumbo –formato de lápiz gigante–, y también los hay tipo lápiz común. Estos iluminadores son los más indicados para zonas pequeñas.
¿Qué tono elegir?
Lo ideal es escoger un tono idéntico al de nuestra piel o, al menos, que sea lo más parecido posible. Si fuera más oscuro o claro que el color de nuestra tez, las imperfecciones se podrían resaltar y el efecto será el contrario al que queremos.
Todos los iluminadores se deben usar después de aplicar una base de maquillaje y siempre antes de aplicar los polvos compactos. Además, recuerda que no es necesario abusar de este producto. Cuantos más pigmentos reflectantes tenga el iluminador que hayamos escogido menos cantidad deberemos utilizar.
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