El miedo en la natación es más común de lo que se cree. Muchas personas en el mundo lo padecen y a pesar de ser tan fuerte, también desean superarlo para adentrarse de lleno en esta disciplina deportiva. No obstante, suele ser un poco más complejo de lo que parece.
Más allá de desarrollar miedo en la natación, este tipo de fobia se centra en el agua y puede ser a raíz de diversos aspectos. ¿Alguna vez te has preguntado a raíz de qué surgió el miedo que le tienes a la natación o a las piscinas?
Una de las primeras pautas para superar el miedo a este deporte se centra en encontrar qué lo desencadenó. A continuación, te mostraremos algunas recomendaciones para superar este problema.
Miedo en la natación
El miedo en la natación puede desarrollarse en cualquier etapa de la vida. Sin embargo, las personas de menos edad suelen ser más afectadas por el tema debido a la construcción de experiencias dentro de las cuales puede formarse un trauma por una vivencia negativa.
Los niños suelen ser como una «esponja» debido al alto contenido de vivencias y aprendizajes que absorben; por tal razón, la infancia se considera una etapa sensible. A pesar de ello, en este rango de edad las cosas buenas no son las únicas que quedan en la memoria de la persona.
Con respecto a la natación, muchos pueden ser los desencadenantes del miedo. Un accidente en la piscina, haber tragado grandes cantidades de agua, ser obligado a entrar al agua, juegos bruscos sin querer participar de ellos, entre otros.
Por otra parte, el mayor miedo que se percibe en la natación es al agua. Como tal, este no se centra en la práctica deportiva sino en la inmersión en la superficie acuática. El principal argumento es que pueden ahogarse o que no saben nadar.
En muchas ocasiones, la persona suele desarrollar algo llamado hidrofobia, sensación que se centra en el miedo específico al agua. En el momento que el individuo que lo padece es expuesto a cualquier superficie acuática, la aparición de síntomas como la ansiedad y el malestar intensos no se hace esperar. Lo anterior hace mucho más complejo superarlo, pero no es algo imposible de hacer. Requiere de esfuerzo y bastante trabajo.
Superar el miedo en la natación
Para superar el miedo al agua y a la natación en general, debes poner de tu parte, buscar acompañamiento y poner en práctica las siguientes recomendaciones.
Técnicas de relajación
Adopta técnicas de relajación fuera del agua para controlar tu estado de ansiedad. Estas pueden calmarte y pensar con cabeza fría antes de entrar en la superficie acuática. Este tipo de técnicas puedes trasladarlas a la piscina, primero haciéndolo en el borde sin ejercerte presión por ingresar.
Fortalecer la confianza
El miedo al agua, en muchas ocasiones, se debe a tu falta de confianza en ti mismo. Debes ponerte metas a corto, mediano y largo plazo que te motiven y sobre todo que te reten con el fin de que percibas tus capacidades. Si notas que puedes lograr ciertas cosas fuera del agua, también podrás hacerlo dentro de ella.
Pedir acompañamiento
A pesar de que debes fortalecer la confianza en ti mismo, también es necesario contar con una persona que te inspire confianza en el entorno de la piscina. Puede ser un familiar o un amigo, incluso recurrir a clases de natación dentro de las cuales tu instructor conozca tus miedos y te guíe con paciencia.
Evitar el ingreso brusco al agua
El objetivo principal es superar el miedo en la natación no acrecentarlo; por ello, el ingreso al agua debe ser progresivo, con paciencia y tranquilidad. Además, no importa el tiempo que tomes en conseguirlo: ve a tu ritmo para vencerlo por completo.
Por supuesto, es positivo que te pongas metas para ingresar, pero forzarte o entrar de manera brusca solo puede agrandar el miedo que tienes.
Apoyo psicológico para superar el miedo en la natación
Además de las recomendaciones expuestas anteriormente, el apoyo psicológico debe ser el eje fundamental para superar el miedo al agua y a la natación en general.
En ese orden de ideas, te aconsejamos contar con un control profesional que te aconseje y guíe sobre tus miedos. Alguien con quien puedas expresar lo que sientes y supervise tus avances o retrocesos respecto al tema.
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