Ganar velocidad de nado es posible si se entrenan las facultades físicas adecuadas.

Cómo ganar velocidad de nado

Realizar trayectos de diferentes distancias en la piscina en el menor tiempo posible es el objetivo principal de la natación de competición. Por esta causa, muchos deportistas se interesan en las diversas maneras de ganar velocidad de nado para así potenciar su rendimiento. ¿Te interesa conocer cuáles son? ¡Te lo contamos en este artículo!

¿De qué depende la velocidad al nadar?

Existen ciertos factores que pueden llevar a que un individuo nade más o menos rápido. Desde luego, la condición física de cada persona está incluida, e incluso hay factores genéticos que determinan de antemano la habilidad de cada uno en este sentido. Los enlaces neuronales y la sincronización del sistema nervioso central también tienen mucho que ver.

Sin embargo, existen también otros factores que son perfectamente entrenables. Para nadar más rápido influyen también los gestos técnicos, la postura y hasta la respiración; igualmente, la fuerza y la potencia muscular son importantes. Como verás, todas son cualidades que se pueden trabajar tanto dentro como fuera de la piscina.

Métodos para ganar velocidad de nado

En la siguiente enumeración, proponemos algunas recomendaciones y ejercicios para que el deportista logre ganar velocidad de nado.

Ejercicios técnicos

Claramente, la patada y la brazada son fundamentales para la velocidad que se adquiera en el medio acuático. En este sentido, realizar ejercicios específicos con un entrenador personal puede ser de gran ayuda; para aislar los movimientos, se pueden utilizar elementos como tablas, pull buoys o aletas.

La tabla es uno de los primeros recursos que usamos para aprender a nadar.

Generalmente se realizan sprints a velocidad máxima para mejorar en esta faceta. En estas prácticas, la duración no debe ser demasiado prolongada —entre 8 y 15 segundos— y tiene que haber un descanso adecuado entre cada serie —mínimo de 3 minutos. Se suele recomendar hacer entre 5 y 7 series.

Sobre la acción de los brazos, es sumamente importante conservar la coordinación y hacer un correcto giro del cuerpo al momento de llevar una extremidad hacia adelante.

Por otro lado, la patada es uno de los momentos en los que se gasta energía innecesariamente. Es por eso que se vuelve primordial llevar su eficiencia al máximo. Es importante, entonces, mantener los pies juntos y los tobillos extendidos; recuerda que el movimiento debe nacer de la cadera y no de la flexión de las rodillas.

Otro punto crucial es la postura. En la posición horizontal que se adopta al nadar, la cabeza, el torso y la cadera se alinean para conservar el centro de flotabilidad, usualmente ubicado en el pecho. El nadador debe tratar de mantenerse estable y reducir la resistencia, a la vez que evita que el pecho y las caderas se hundan demasiado.

La cabeza, en tanto, ha de mantenerse fija mirando hacia el fondo de la piscina. Para respirar, se debe girar el mentón un máximo de 90 grados; si sobrepasamos esa inclinación, los músculos se tensan y se compromete la estabilidad.

La respiración no limita la velocidad de nado

En el pasado era común escuchar que la respiración atentaba contra la velocidad en el estilo crol, el cual demanda que el nadador haga un movimiento extra —el de sacar la cabeza— para tomar aire.

Sin embargo, hoy en día esto se ha desmentido, y hasta hay nadadores que respiran en cada ciclo de brazada. Siempre que la técnica sea buena y que la respiración no afecte la potencia de la brazada ni la estabilidad del cuerpo, no habrá problemas en salir a respirar con mayor frecuencia.

Trabajo de fuerza y potencia en gimnasio

Los entrenamientos fuera de la piscina permiten desarrollar mayor fuerza muscular. Esta aptitud física, sumada a la resistencia y a la movilidad que otorgan estos ejercicios, ayuda a moverse mejor en el agua.

Los trabajos en el gimnasio también contribuyen a mejorar la velocidad de nado.

La velocidad de reacción, la que aplicamos en el momento de lanzarnos a la piscina al inicio de la carrera, también se puede ejercitar con trabajos de este tipo dentro y fuera de la piscina. La concentración es clave en este caso, ya que estímulos externos como los movimientos de otros nadadores pueden llevar a una salida anticipada.

Otro de los beneficios de fortalecer los músculos es que se retrasa la aparición de la fatiga, lo que contribuye a sostener un esfuerzo elevado durante una mayor cantidad de tiempo. Se trata de una cualidad importante en carreras largas.

Los trabajos para los brazos y hombros son muy importantes, así como ejercitar la fuerza de las piernas. De igual modo, fortalecer el abdomen, la espalda y el pecho permitirá ganar estabilidad al nadar.

No solamente debemos pensar en ejercicios con barras pesadas para fortalecer las zonas indicadas. Los trabajos con el propio peso corporal o un balón medicinal y el uso de bandas elásticas son muy efectivos para trabajar toda la musculatura del cuerpo.

Ganar velocidad de nado demanda práctica y constancia

Mientras realizas los ejercicios y trabajos mencionados antes, deberías ir midiendo tus tiempos para evaluar tu progreso. Ponerte metas es muy útil para motivarte a ir por más; eso sí, procura que estas no sean demasiado exigentes, ya que podrías lesionarte por el esfuerzo excesivo o, peor aún, frustrarte y abandonar el entrenamiento.

En definitiva, ganar velocidad de nado es posible si pulimos la técnica al máximo, erradicamos errores que nos quitan hidrodinámica y fortalecemos los músculos implicados en esta acción. Con todo esto y mucha voluntad, lograremos los objetivos. ¡Sé más rápido que nunca y mejora tu rendimiento!

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