La gestación es un período de profundos cambios para una mujer. A menudo, la incertidumbre sobre su cuerpo y la preocupación por el bienestar del bebé llevan a la mujer a suspender todas las actividades que realizaba antes. Este es un gran error; actividades como la natación en el embarazo tienen mucho que aportar en estos meses.
A casi todas las personas, o al menos a quienes saben nadar, las apasiona tirarse al agua unos minutos y dejarse llevar por el sonido de su propio cuerpo impulsándose en este medio tan inusual. Es que la natación tiene efectos maravillosos, no solo sobre el cuerpo, sino también en la mente de los individuos.
Durante los nueve meses de gestación, estas bondades no son menores. De hecho, hasta podríamos decir que sus efectos se potencian. A continuación, te contamos por qué es tan aconsejable la práctica de natación durante el embarazo.
Razones para practicar natación en el embarazo
Por diversos motivos, principalmente por los malestares de los primeros meses, la natación no se recomienda para las mujeres embarazadas hasta su tercer mes de gestación. De allí en más, se trata de un ejercicio realizable incluso hasta las últimas semanas de este proceso. Sus principales bondades para la mujer y su bebé son las siguientes:
Fortalece la musculatura
El embarazo es una etapa de muchos cambios en el cuerpo de la mujer, incluyendo una ganancia considerable de peso. Esto, desde luego, va acompañado de dolores corporales, especialmente en la zona de la espalda.
Por eso, la activación y relajación muscular que ofrece esta clase de ejercicio resulta más que conveniente en este período. Eso sí: es necesario evitar movimientos bruscos y la intensidad de las sesiones debe ser moderada.
Relaja el cuerpo y la mente de la mujer
Además, la liberación de endorfinas —la hormona del bienestar y el placer— hace que la futura mamá se sienta más relajada; su estado de ánimo presentará mejoras palpables y verá las alteraciones de cada semana con mayor optimismo.
Por el contrario, el estrés y las preocupaciones típicas de esta fase se mitigarán nadando un buen rato. Como si esto fuera poco, las lesiones son muy poco frecuentes en este deporte, ya que es de bajo impacto.
Mejora la salud cardiovascular y pulmonar
Nadar es casi el deporte aeróbico por excelencia. Al hacer este ejercicio, dada la posición horizontal que demanda, se favorece la correcta circulación sanguínea, lo que resulta fundamental para prevenir varices y calambres.
Asimismo, la respiración a un ritmo moderado pero continuo hace que los pulmones trabajen plenamente y, por ende, mejoren su capacidad de oxigenación a los músculos y el resto del cuerpo de la mujer y del feto.
Permite controlar el peso y reducir el riesgo de cesárea
Durante la gestación, se da una combinación de factores que hacen que la mujer gane peso constantemente; este hecho atenta muchas veces contra su salud y la del bebé. Normalmente, las mujeres embarazadas tienden a pasar el día quietas, debido a las lógicas molestias que esta etapa genera en sus cuerpos.
Esto, sumado al crecimiento paulatino del feto, hace que el sobrepeso y los peligros que este problema conlleva —entre los que se destacan la diabetes gestacional y la hipertensión— puedan perjudicar el bienestar de ambos.
Sin embargo, la natación en el embarazo, al igual que muchos otros ejercicios, permite disminuir la necesidad de recurrir a una cesárea por el sobrepeso de la madre. Esto se debe a que la actividad física regula la quema de calorías, la tonificación muscular, el metabolismo y la respiración.
Controla la hinchazón
La retención de líquidos y la inflamación de tobillos y pies son cosa frecuente en el embarazo. Con la natación, la presión del agua y la posición horizontal que el cuerpo adopta favorecen el retorno de estos líquidos a los riñones, donde se retoma el proceso para su eliminación con la orina.
En otras palabras, tras unos minutos de hacer natación, la futura madre se sentirá menos hinchada, más ligera y con un organismo claramente mejorado en lo que respecta a su funcionamiento.
Consejos para hacer natación en el embarazo
Luego de conocer los notables beneficios que este tipo de actividad física presenta para las mujeres embarazadas, pueden surgir varias inquietudes con respecto a su realización. Por ejemplo, en lo relativo a la duración de las sesiones, los estilos más convenientes, la indumentaria y demás. Aquí te dejamos algunas sugerencias útiles:
- Siempre consulta a tu médico antes de iniciarte en cualquier actividad física durante el período de gestación.
- El estilo braza es el más aconsejable durante el embarazo, ya que es el que exige menos rotación de torso. Lo mismo ocurre con el estilo espalda, también apto para la gestación. Ambos favorecen el movimiento de los grupos musculares de la espalda.
- La duración de las sesiones dependerá del cuerpo y el estado físico de la mujer. De todos modos, nunca es recomendable hacer exigencias demasiado grandes, ya que el cuerpo necesita energía y nutrientes para mantener el desarrollo del feto.
- Siempre utiliza las escaleras para ingresar a la piscina y procura que alguien vigile tus movimientos para evitar accidentes.
- El embarazo nunca es el momento para aprender a nadar. Del mismo modo, si hace mucho que no realizas actividad física alguna, procura salir del sedentarismo con actividades menos riesgosas, como caminar.
- En ciertos casos, los médicos recomiendan dejar de nadar un mes antes de la fecha de parto, debido al riesgo de expulsión del tapón mucoso. Consulta con un profesional en qué fecha deberías suspender las sesiones de nado.
En definitiva, no caben dudas de que la natación en el embarazo es una práctica más que aconsejable. Las ventajas no son solo físicas —aunque estas se destacan claramente— sino que incluso beneficiarán el ánimo y las relaciones sociales de la mujer. Como siempre, el movimiento y el ejercicio ofrecen soluciones naturales ante diferentes fases de la vida.
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