Natación en las escuelas, ¿qué beneficios aporta?

Natación en las escuelas, ¿qué beneficios aporta?

Podemos comprobar por la propia experiencia que, cuanto antes comencemos a realizar una actividad, más fácilmente la dominaremos. Es el caso, por ejemplo, de los idiomas, las habilidades para tocar un instrumento musical o las destrezas físicas. Teniendo esto en cuenta, la natación en las escuelas parece una alternativa muy conveniente para el desarrollo de esta capacidad.

A este proceso se lo conoce como neuroplasticidad. Se trata, básicamente, de las adaptaciones que se dan en el organismo a nivel neuronal y que permiten aprender nuevas habilidades, entre otras funciones. En la infancia, este proceso se da con una facilidad mucho mayor. Eso explica por qué somos más habilidosos en esas actividades que comenzamos a realizar a una edad temprana.

Más allá de este factor, relacionado directamente con la destreza que un niño puede llegar a desarrollar para nadar, también hay otras ventajas que se desprenden de la inclusión de la natación en el ámbito educativo. A continuación, profundizaremos sobre algunas de ellas.

Natación en las escuelas: beneficios

Niña en una piscina

De acuerdo con esta investigación, la natación es una actividad no solo conveniente por sus beneficios físicos, sino que también supone un estímulo importante para el desarrollo cerebral. Por ejemplo, nadar es una actividad que demanda la concentración, atención y coordinación del individuo.

Desde el punto de vista físico, las bondades de esta disciplina son casi innegables: desarrollo muscular y óseo, aumento de la resistencia cardiovascular, mejora del equilibrio y la postura corporal, relajación muscular y combate el sedentarismo y la obesidad, dos problemas muy presentes en la población infantil de la actualidad.

Además, la natación en las escuelas puede significar una gran herramienta para la seguridad de los niños en el presente y futuro. Con esta destreza incorporada, un gran número de accidentes acuáticos podrían evitarse, incluyendo tanto los propios como los que involucran a terceros.

La escuela, un ámbito perfecto para este deporte

Ahora bien, ¿por qué introducir la natación en las escuelas cuando hay entidades deportivas que la incluyen entre sus disciplinas? En primer lugar, por una cuestión de equidad: la escuela serviría de plataforma para introducir a todos los niños en los deportes acuáticos, incluyendo a aquellos que no cuentan con los recursos para asociarse a un club.

Asimismo, también les daría la oportunidad de desarrollar la confianza en sí mismos mediante el aprendizaje organizado y progresivo, que se daría en un ambiente conocido para ellos. A la larga, esto potencia la autonomía de los niños. De igual modo, inculca en ellos hábitos de higiene saludables.

Cómo implementar la natación en las escuelas

Enseñar a nadar a los niños es un proceso que toma su tiempo.

Por supuesto, la implementación de este tipo de programas no se realiza de un día para el otro. De hecho, se necesita una planificación minuciosa que, según estudios basados en casos reales y el resto de la bibliografía consultada, debería basarse en los siguientes conceptos:

  • Proceso pedagógico: como en cualquier otra materia, el procedimiento para enseñar a nadar a los niños debe ser progresivo y con exigencias acorde a las características de cada infante.
  • Estructura curricular y objetivos: si bien se necesita cierta regularidad para que los pequeños dominen esta habilidad, tampoco se pretende atosigarlos. La natación en la escuela debe combinarse con otras disciplinas deportivas y los objetivos planteados deben ser realistas y factibles.
  • Supervisión: la observación continua de un profesional capacitado en educación física es indispensable. También será central su capacidad para captar la motivación y atención de los pequeños hacia las habilidades propuestas.

Conclusiones

En síntesis, podemos afirmar que la natación en las escuelas es una actividad muy positiva, ya que enseña a los niños a controlar su cuerpo y desarrollarlo, a comprender el valor de la respiración y a coordinar sus movimientos para llevar a cabo una tarea.

Además, también supone una gran oportunidad de socialización y da lugar a la incorporación de hábitos saludables como la costumbre de hacer deporte, ducharse y colocarse ropa seca y limpia al final de cada sesión.

Finalmente, se puede añadir la posibilidad de combinar esta disciplina deportiva con otras asignaturas como la lengua, las matemáticas, la biología o la historia. Con ello, se puede llegar a organizar su implementación en los distintos niveles educativos sin problemas.