Mediocridad versus crecimiento: ¿con cuál te quedas?

Decía Robert Louis Stevenson que solo los que se atreven a ir más allá, saben hasta dónde pueden llegar. El célebre autor de «La isla del tesoro» sabía muy bien a qué se refería con estas palabras. De hecho, él mismo fue el clásico ejemplo de esa persona con mentalidad de crecimiento que supo tocar con sus dedos la cumbre de sus sueños.

Al fin y al cabo, quienes son capaces de forjar grandes proyectos son los que más suelen inspirar al resto. Los demás, quienes nos nos atrevemos aún a dar forma a nuestros propios desafíos no somos mediocres, ni mucho menos, pero sí que llegamos a aplicar ese término que en desarrollo personal se conoce como mediocridad, justo lo opuesto a la mentalidad de crecimiento.

No es un insulto ni una expresión despectiva. Ese enfoque que parte de la mediocridad es el que aplican por ejemplo una buena parte de las empresas que forman el tejido social de nuestra actualidad. Son organizaciones que no arriesgan y prefieren quedarse en esos viejos modelos de producción que, aunque rentables, no terminan de despegar.

No lo hacen porque, sus gerentes y responsables prefieren subsistir en sus dinámicas tradicionales, en sus esquemas casi obsoletos antes que arriesgar, antes que hacer uso de la innovación. Debemos entender por tanto que innovar es un desafío, está claro, pero también es sinónimo de progreso, de futuro y de éxito en muchos casos.

No es raro que la gente pase toda la vida esperando empezar a vivir. A veces, convertimos nuestra vida en una simple sucesión de actos reflejos…

-Eckhart Tolle-

La importancia de desarrollar una mentalidad basada en la abundancia

Ismael Cala señala en su curso de desarrollo personal que muchos de nosotros nos pasamos gran parte de nuestra vida dormidos. No actuamos, reaccionamos. No creamos, permitimos que otros nos dirijan. Toda esa serie de reacciones automáticas donde nos dejamos llevar como simples hojas mecidas por el viento, conforman ese enfoque basado en la mediocridad del que debemos desapegarnos a toda costa.

mujer con ojos cerrados

  • Desarrollar una mentalidad basada en el crecimiento y la abundancia parte de tres principios muy básicos. Son la consciencia, la flexibilidad y el compromiso.
  • Solo quien está verdaderamente comprometido consigo mismo y con los objetivos que persigue, está invirtiendo en su desarrollo personal.
  • Por otro lado, hay una evidencia en la que conviene reflexionar: las personas creamos nuestras realidades en base a nuestros pensamientos. La calidad de los mismos conforma el que podamos ser más o menos felices, o que discurramos nuevamente en esa tela de araña que es la mediocridad.
  • Si yo me percibo incompetente, si carezco de determinación, impulso y motivación, no estaré invirtiendo en mi desarrollo personal. Seré en realidad mi peor enemigo.
  • Debemos por tanto tomar consciencia de aquello que deseamos para transitar por un camino más seguro. Más firme y enérgico. A su vez, tal y como nos indica Ismael Cala, también es necesaria la flexibilidad. Debemos ser como esos bosques de bambú que son capaces de adaptarse a cualquier cambio o imprevisto. Resisten a vientos tormentas y ciclones porque son tan flexibles como resistentes.

La dualidad mediocridad versus crecimiento y su relación con el desarrollo personal

Si deseas alcanzar la excelencia, hay que saber discriminar entre esas ideas y enfoques que parten de la mediocridad, de esos otros que pueden llevarnos hasta lo más alto. ¿Quieres tener una vida mejor? ¿Ascender en tu trabajo? ¿Crear tu propia empresa? ¿Ser más feliz en tus relaciones afectivas?

La mentalidad de crecimiento y la excelencia pueden aplicarse a cualquier ámbito de nuestras vidas. Esto es algo que deberíamos poder entender cuanto antes. Para lograrlo, siempre son necesarios ciertos cambios, giros con los que poner un pie fuera de nuestra zona de confort para tomar impulso y emerger así, a nuevas áreas en las que vernos más competentes, más válidos y también más libres.

cabeza con corazón

Porque el sentido de la excelencia y el crecimiento personal, nos facilitan ese sentido auténtico de libertad donde alzarnos como nuestros propios diseñadores del destino. Algo así se logra solo mediante el coraje hecho hábitoy mediante quien sabe por fin escuchar su propia voz y no teme equivocarse. Porque errar de vez en cuando nos ofrece la oportunidad de aprender.

Así, entre la mediocridad y el crecimiento, no dudemos nunca en asumir la segunda dimensión. Esa donde lidiar con los miedos y aunar un afán firme de superación, de constancia y resiliencia donde dar al mundo la mejor imagen de nosotros mismos.

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