Cuando la creatividad toma las riendas de nuestra vida y le damos poder, el alma se agita. Es el preludio de algo revolucionario, de un nuevo estilo de ser, ese que apuesta por la innovación y que deja a un lado el miedo para permitirse explorar nuevas posibilidades. Un espíritu creativo es al fin y al cabo, la herramienta más eficaz para favorecer nuestro desarrollo personal.
Decía Pablo Picasso que para pintar hay que cerrar los ojos y cantar. Hay que recuperar nuestro niño perdido, podría haber puntualizado. Porque al tomar un poco de espontaneidad y combinarla con la confianza dejamos que la inspiración acuda hasta nosotros con mayor soltura, como esa musa que llega a nuestro oído para sugerirnos una idea sensacional.
«Todo el universo tiene ritmo, todo baila»
-Maya Angelou-
Ahora bien, tal y como nos señala Ismael Cala en el curso de desarrollo personal, al crecer y formar parte de este sistema social acostumbrado a educar personas iguales, permitimos también que se nos vayan las alas de esa espontaneidad, de ese potencial creativo con el que todos llegamos al mundo.
Nos hemos convertido casi sin saber cómo, en personas resistentes al cambio que transitan por sus escenarios cotidianos con el piloto automático puesto. Estamos obligados a despertar de nuevo a nuestro espíritu creativo. De lanzar ese amarre con el que alcanzar la pasión por la vida, ese con el que afinar al máximo el potencial de nuestras competencias para sembrar de oportunidades nuestro futuro…
La creatividad: ¿dónde estoy? ¿qué quiero llegar a ser?
Podríamos definir la creatividad básicamente como un impulso basado en la inspiración. Sin embargo, este acto, el de la inspiración, es en realidad el último eslabón de un proceso. Ese donde surge con anterioridad una serie de etapas muy concretas.
En primer lugar, debemos tomar conciencia del punto del que partimos. ¿Dónde estoy? ¿En qué situación me encuentro? ¿Cuáles son mis recursos actuales? Esa etapa previa implica ser objetivos, humildes y tener los pies bien arraigados en el suelo. Más tarde, llegará esa etapa crucial en la que preguntarnos dónde queremos llegar, cuáles son nuestras metas.
Cuando acontece ese instante en que nuestra mirada se eleva hacia arriba, nuestra imaginación tampoco debe desbocarse. Toca ser nuevamente concretos y definir con exactitud cuáles son nuestros anhelos y metas personales. Tras haberlas definido de forma meridiana, llega el momento de echar a volar la imaginación, de dar forma a una serie de resoluciones creativas que nos puedan acercar a nuestras metas
Creer, crear y crecer
Creer, crear y crecer es el lema que utiliza Ismael Cala con asiduidad en sus conferencias y cursos. Es la esencia misma de todo proceso de desarrollo, ahí donde el proceso creativo es la chispa que todo lo ilumina.
- En nuestro sendero del desarrollo personal y la autorrealización, debemos integrar tres términos poderosos. El primero es el poder de la creencia, porque creer es delimitar aquello que para nosotros es más que factible. Es dar veracidad a nuestros sueños mediante un auténtico salto de fe.
- El segundo paso es crear. Poner la creatividad a nuestro servicio como mecanismo efectivo con el que conquistar nuestros anhelos, es sin duda un ejercicio que todos deberíamos llevar a cabo. Aunque como dijo Séneca, para ello necesitamos también una pincelada de valentía.
- El último eslabón en este proceso es el crecimiento. Porque todo viaje hacia la excelencia es un avance progresivo en nuestro desarrollo, ese que gestamos a partir de la autoconfianza y un espíritu altamente creativo.
Al creer, crear y crecer obtenemos las estrategias necesarias para despertar nuestra conciencia, para vivir en auténtica plenitud personal.
¿Cómo es la persona creativa?
La persona creativa nace y también se hace. Nunca es tarde para entrenar esas habilidades, esas competencias con las que invertir en desarrollo personal. Veamos no obstante qué características la definen.
- Son observadoras y receptivas.
- Buscan nuevas experiencias, no temen al cambio.
- Aprenden de sus errores.
- Cuestionan todo lo que ven, siempre intentan ir más allá.
- Persiguen sus pasiones.
- Saben gestionar sus emociones.
- Enfocan la atención en aquello que les interesa.
- Están motivadas y tienen ambiciones.
- Son espontáneos.
- Son imaginativos, asocian ideas, juegan con la realidad, la desafían…
- Son persistentes, constantes pero flexibles a la vez.
- Tienen un alto sentido del humor.
La creatividad por tanto es un estado y también un proceso. Tal y como nos dice Daniel Goleman, pocos destellos humanos pueden tener tanto impacto en nuestra realidad si somos capaces no solo de escuchar esa voz. Sino de obedecerla, de sortear obstáculos, de ir de su mano allá donde nos lleve para hacer de nuestra vida un escenario con mayor sentido, con mayor felicidad y satisfacción.
[mailchimp_form title=»Aprende desarrollo personal con Ismael Cala» tag=»Desarrollo» marketing_list_id=»0a0415dbf1″ btnbackground=»support» btntext=»Descargar»]