La Escuela Clásica de la guitarra flamenca

La guitarra flamenca como instrumento solista no ha tenido siempre la importancia y entidad que tiene hoy. No hace tanto tiempo, unos pocos guitarristas ampliaron los horizontes de la guitarra flamenca, sacándola del papel de acompañante que había tenido hasta entonces. A estos guitarristas pioneros se les conoce como la Escuela Clásica de la guitarra flamenca.

Estamos hablando de nombres largamente reconocidos como son Ramón Montoya; Manuel Serrapí, conocido como Niño Ricardo; y Agustín Castellón, Sabicas.

Los cafés cantantes

Los llamados cafés cantantes eran locales nocturnos a los que el público asistía tanto a beber como a disfrutar de las actuaciones de los diferentes intérpretes. Estos cafés contribuyeron al surgimiento del cantaor profesional, al que siempre acompañaban uno o más guitarristas.

Según los testimonios que se recogen de la época, los tocaores utilizaban una técnica de acompañamiento bastante simple y un tanto tosca. Pero poco a poco estos acompañantes fueron desarrollando mejores y nuevas técnicas, hasta llegar a independizarse de la figura del cantaor.

La Escuela Clásica de la guitarra flamenca

Ramón Montoya

Ramón Montoya

El primero de los tres guitarristas que conforman la Escuela Clásica de la guitarra flamenca nació en Madrid en 1880 y murió en esa misma ciudad en 1949. Era hijo de una familia de tratantes de ganado afincada en la capital. Según su propia, familia Ramón compró su primera guitarra con un dinero que su padre le había dado para comprar un caballo.

No con mucho agrado, su padre aceptó la compra y consintió en que el joven Ramón, que por entonces contaba 12 años, practicara con su guitarra. Aunque recibió algunas clases de guitarristas de la época, su formación fue fundamentalmente autodidacta.

Comenzó su carrera profesional a los 16 años en un café cantante llamado El pez. Durante los siguientes años actuó en otros muchos cafés de la ciudad, acompañando a grandes artistas de la época. A los 30 años ya era un consagrado guitarrista y comienza a grabar junto a una gran cantidad de reconocidos cantaores y cantaoras.

Ramón sentía una gran devoción por el guitarrista clásico de la época Miguel Llobet y adaptó a la guitarra flamenca algunas de sus técnicas, derivadas de la escuela de otro gran guitarrista clásico español, Francisco Tárrega. Su forma de tocar la ‘rondeña’, con la sexta cuerda en Re y la tercera en Sol bemol, es uno de sus grandes legados al instrumento.

Ramón Montoya fue uno de los responsables de la proyección internacional del flamenco y actuó en diferentes países como Francia, Inglaterra, Bélgica y Argentina.

Manuel Serrapí, Niño Ricardo

Niño Ricardo

El único andaluz de los tres, Niño Ricardo, nació en Sevilla en 1904 y murió en la misma ciudad en 1972. A los trece años, su padre y un amigo de este le introdujeron en el mundo del flamenco y tan solo un año después debutaría junto a otro guitarrista, Javier Molina, en un tablao flamenco.

Fue maestro de grandes guitarristas como Serranito, Paco de Lucía o Enrique de Melchor. Grabó junto a muchos de los grandes artistas de la época como la Niña de los Peines, Antonio Chacón, El Lebrijano y muchos más.

Su estilo fue tan peculiar que incluso se le conoció con el nombre de ‘ricardismo’. Aunque fue un guitarrista virtuoso, su gran aportación fue fundamentalmente musical, poniendo la técnica al servicio de la música. Cuidaba mucho el acompañamiento porque, según sus propias palabras:

Ni el cante debe acallar la guitarra, ni esta salirse al paso del cante.

Agustín Castellón Campos, Sabicas

Paco Peña y Sabicas, mienbro de la Escuela Clásica de la guitarra flamenca
Sabicas (derecha) con Paco Peña – Joaobr1996 / Wikimedia Commons

El tercero de nuestros insignes guitarristas nació en Pamplona en 1912 y murió en Nueva York en 1990. Hijo de gitanos, sus padres se dedicaban a la venta ambulante. Al igual que Ramón Montoya, Sabicas fue fundamentalmente un guitarrista autodidacta, aunque comenzó antes, a los cinco años. El mismo Ramón Montoya o Manuel Gómez Vélez (Niño de Huelva) fueron algunas de sus influencias.

A los siete años debuta en público y a los diez se traslada a Madrid. En los años veinte ya es un habitual de los locales dedicados al flamenco acompañando a grandes artistas como Niña de la Puebla, Juanito Valderrama o Estrellita Castro, llegando incluso a grabar con algunos de ellos.

Abandonó España en 1936 a causa de la Guerra Civil, viajando clandestinamente primero a Francia y después a América. Después de salir de Argentina por culpa de otra guerra civil llegó a México, donde se casó con Esperanza Gonzalez y tuvieron cuatro hijos. Años después viajaría a Nueva York donde residiría hasta la fecha de su muerte.

Su contribución a la técnica de la guitarra flamenca fue decisiva, consiguiendo una velocidad y limpieza en la ejecución desconocidas hasta ese momento sobre todo con la mano derecha.

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