Nadadores controlando la respiración al nadar

El control de la respiración al nadar

Uno de los puntos claves en la natación es, sin duda, la respiración, y es uno de los más difíciles de dominar. Esto puede convertirse en un problema verdaderamente agobiante para los deportistas. Por eso aprender a controlar correctamente la respiración al nadar es tan importante.

La dificultad para respirar durante la natación surge de un aspecto evidente, pero no por ello menos importante: los seres humanos no podemos respirar debajo del agua. Y el hecho de tener la cara sumergida durante unos pocos segundos puede generar angustia e incluso fobias.

La relajación es un gran aliado y parte fundamental del control del miedo que puede provocar el tener la cabeza dentro del agua: nos permite dominar las sensaciones de angustia y nadar de forma más eficiente. A continuación, veremos algunos trucos para aprender a controlar la respiración al nadar.

Control de la respiración al nadar en aguas abiertas

La respiración al nadar en el mar es muy distinta a aquella que empleamos al nadar en una piscina. Muchas personas recomiendan sacar la cabeza a ambos lados y respirar en cada brazada cuando estamos en aguas abiertas. Sin embargo, esta forma de respirar es realmente ineficiente e incómoda.

Nadador en aguas abiertas.

Generalmente son los principiantes quienes respiran de esta manera. Pero se trata más de un error de técnica que de una necesidad de respirar con mayor frecuencia. La respiración en cada brazada genera mayor cansancio en los hombros, la cabeza y los brazos.

La respiración cada dos brazadas, común al nadar en piscinas, puede no ser tan buena idea en el mar. Esta técnica tiene la ventaja de que nos permite respirar siempre del mismo lado. Y la mayoría de personas tiene más facilidad para respirar de un lado que del otro.

Sin embargo, al nadar respirando siempre del mismo lado en aguas abiertas es probable que uno se desvíe. Ocurre porque la brazada que se da al sacar la cabeza del agua es un poco más larga. Otro problema frecuente es que en aguas abiertas no se pueden controlar ciertas cosas. Es posible que no se pueda respirar siempre en esa brazada debido a un oleaje, al viento, etc.

Probablemente, la mejor técnica para el control de la respiración al nadar en aguas abiertas sea respirar cada tres brazadas. Tiene la ventaja de permitirnos mantener una línea recta en el trayecto y divisar mejor lo que está a nuestro alrededor.

Estos buenos hábitos incluyen la eficacia con los otros competidores en el agua. Al respirar de los dos lados, no tendremos problema para cambiar el ritmo si es necesario, sea cual sea el estilo de natación.

La postura de la cabeza y del cuerpo

Nadador entrenando

Cuando nadamos, es indispensable mantener la cabeza alineada con el cuerpo en todo momento. Al hacerlo, se podrá controlar mejor la alineación con el agua y nadar de forma más eficiente. Pero, además, se podrán relajar las cervicales y ayudar a que la respiración sea más relajada y controlada.

Aunque muchos nadadores no le den la importancia que se merece, la posición en el agua es un factor realmente determinante a la hora de avanzar mejor. Tener una buena alineación de la cabeza con el cuerpo nos permitirá tener una mejor referencia de dónde se encuentra la superficie a la hora de sacar la cabeza para tomar aire.

No hay que olvidar que, a la hora de meter y sacar la cabeza del agua, unos centímetros más o menos respecto de la superficie pueden ser determinantes, sobre todo en una competición.

El control de la respiración y el instinto

Hombre nadando

Al sumergir la cabeza aparecen inmediatamente los instintos de supervivencia. Y para poder controlar la respiración es necesario luchar contra ellos. Esto puede parecer muy difícil, pero la mejor manera de hacerlo es calentando antes y relajando la mente y el cuerpo.

Es necesario saber también que es normal tragar agua durante la natación, les pasa hasta a los nadadores más experimentados. Y esto no quiere decir que el control de la respiración no sea bueno o que nos vayamos a ahogar.

El objetivo del nadador al sacar la cabeza para inhalar es que su boca esté lo más cerca posible de la superficie del agua. Y en ese límite tan milimétrico puede ocurrir que un poco de agua entre en la boca. Lo importante es no entrar en pánico, pues la cantidad de agua generalmente es muy pequeña. Una vez más, la relajación es la clave.

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